jueves, 22 de septiembre de 2011

Agresividad y Asertividad

Agresividad y Asertividad
Para el control de la agresividad y la toma de decisiones correctas

L@s personas manipulador@s son gente inmadura y agresiva. No han alcanzado el suficiente desarrollo intelectual como para resolver los problemas y para alcanzar sus objetivos de una forma creativa y responsable; en consecuencia, no son capaces de sentir amor maduro por algo o por alguien porque ante el fracaso de sus objetivos no toleran la frustración ni el rechazo de los demás ante sus demandas y actitudes infantiles, de victimización y egoísmo. Es por esta razón que la gente manipuladora se vuelve defensiva frente al medio social, y muy susceptible para provocar situaciones que les favorezcan, demostrando gran audacia para cumplir sus objetivos de corto plazo. Manipulan al resto y asi mism@s la mayoría de las veces camuflando su agresividad.

Las personas manipuladoras tienen una actitud infantil e irresponsable frente a la vida porque no han sido capaces de producir conductas saludables y adultas que l@s defiendan de sus sentimientos de vulneración. Sufren de un importante déficit para relacionarse asertivamente con los demás (ya se verá el significado de una conducta asertiva) y para establecer vínculos amorosos, seguros y duraderos, porque padecen una fuerte creencia y sentimiento de menoscabo en su autoestima. A esto se suma que las personas manipuladoras presentan una fuerte tendencia y costumbre a reaccionar y actuar de manera agresiva, engañosa, estereotipada y viciosa, ya sea consigo mism@ o con los demás .

Por el contrario, una persona que se comporta asertivamente en la vida, es una persona que defiende sus derechos- en el trabajo, con sus seres queridos, pares y extraños- de una forma activa y responsable, sin pisotear los derechos de los demás ni los suy@s. Esto quiere decir que la persona asertiva puede establecer límites correctos, en los momentos oportunos, siendo competitiv@ y prudente a la vez, consciente de las consecuencias que acarrean sus acciones. Para lograr esto, es importante que la persona asertiva asuma responsabilidades por el propio bienestar y por el bienestar del resto, es decir, con tolerancia y respeto hacia los puntos de vista y metas de los demás; una persona asertiva, en ese sentido, también sabe luchar activamente para no ser pisoteado por el resto, ya sea para defender sus propios derechos o para proteger o beneficiar a un ser querido.

Ahora bien, no vivimos en un medio donde predomine la asertividad, y son pocas pero necesarias las instancias en que la asertividad – a través del diálogo, la comprensión mutua, la afectividad y formas no violentas como la teatralización del descontento- posibilitan una sana convivencia entre las personas. Nuestra sociedad en cambio, se caracteriza por una competitividad feroz y extrema en la que se habla de derechos, que en la realidad, no se respetan, y en la que constantemente se están vulnerando los derechos propi@s y los de derechos de l@s dem@s.

En efecto, podemos ver que la violencia surge de un medio social violento. La sociedad de consumo en la que tod@s nos hallamos insertos satura los medios de comunicación con estímulos desmedidamente agresivos. Ejemplo de ello es la exposición morbosa de los niños, desde la temprana infancia, a conductas sexuales y a diversas formas de violencia, que las autoridades-padres, políticos, empresarios- promueven en los medios como si fueran conductas adaptativas. En el fondo, la excesiva y descontrolada exposición de violencia y sexo en los medios públicos responde solo a una necesidad: a una necesidad mercantil. Niñ@s, adolescentes, adult@s y ancian@s están expuestos constantemente a un medio donde golpear, insultar y burlarse del resto, son conductas llamativas y adaptativas que infunden respeto sobre los demás, o bien, están expuestos a un aprendizaje doctrinal de normas que le niegan la posibilidad de ser agresivo, competitivo y sexualmente activo. En un caso se promueve el morbo, el desenfreno, el libertinaje, y en el otro extremo se promueve la inhibición, el aburrimiento, la represión, el miedo, la vergüenza, el castigo severo y la insatisfacción.

La conducta asertiva se basa en el supuesto de que es posible alcanzar un punto medio de equilibrio y salud entre nuestras tendencias pasivas (de inhibición, angustia, recogimiento, contemplación, etc.) y nuestras tendencias activas (de agresión, juego, competencia, consumo, etc.). En otras palabras, la asertividad regula, satisface y conjuga equilibradamente nuestras tendencias individualistas (vinculadas principalmente al placer) con nuestras tendencias sociales (vinculadas principalmente al amor y al sacrificio por los otros). Las personas asertivas, por tanto, no niegan ni reprimen la expresión de sus sentimientos y conductas agresivas, sino que las regulan de un modo tal, que establecen límites para su oportuna y controlada expresión. Podríamos decir incluso, que las personas asertivas también son manipuladoras, pero de una forma positiva y saludable, porque consideran sus propios intereses y los intereses del resto. La persona inmadura, en cambio, se trata a sí misma y al resto como si fueran objetos, volcando de este modo sus intenciones hacia el desorden, el desequilibrio y la desintegración de sus impulsos.

Si bien las conductas violentas hay que entenderlas bajo un contexto de violencia, por ello no tenemos derecho a justificarlas. La victimización ante el maltrato es solo una primera etapa en la que se reconoce ser víctima de una agresión, pero cuando esta actitud se perpetúa en el tiempo y la persona cuenta con las herramientas para detener el maltrato, la victimización debe ser superada por una actitud responsable y activa. Con la gente inmadura ocurre justamente lo contrario, porque se estancan en sus resentimientos y temores infantiles, identificándose después a la posición que tenían sus agresores; esto es, tomando su lugar, transformándose en victimari@s. En tal virtud, alguien adult@ tiene la responsabilidad moral de informarse y buscar las herramientas para cambiar sus conductas violentas, pero también alguien adult@ debe ser alguien capaz de defenderse a sí misma y a los que dependen de ella o él.

La agresividad no es lo mismo que la violencia, porque la agresividad es necesaria para defendernos, competir y adaptarnos a un medio social agresivo y competitivo, mientras que la violencia, implica llevar a cabo conductas agresivas desmedidas.
Ser asertiv@ cuesta mucho trabajo, y no siempre la persona asertiva consigue salirse con la suya ni defender sus legítimos derechos. Para triunfar en esta sociedad, en cambio, es indiscutiblemente más útil ser violento bajo sus diversas modalidades. Ahora bien, la violencia es útil solo de manera pasajera; al final, la violencia acarrea consigo consecuencias desastrosas no tan solo para las víctimas de maltrato sino también para el maltratador.

Las personas violentas imponen sus definiciones de los problemas al resto; imponen sus propi@s derechos y la satisfacción de sus propias necesidades vulnerando los derechos del resto, y especialmente, vulnerando los derechos de los que son más débiles. Las personas violentas y manipuladoras, emplean estrategias que pueden generar miedo, culpa o vergüenza, ya sea en uno mismo o en los demás. La violencia de todas formas, puede efectuarse con relativa sutileza, ya sea a través del enfado, pero también mediante la violencia física, verbal, psicológica,
el abandono y la indiferencia. Ahora bien, estas estrategias violentas, a pesar de que puedan ser muy efectivas para la obtención de logros inmediatos, si es demasiado explícita es seriamente castigada por la sociedad.

La agresividad desmedida o la violencia, en ese sentido, puede ejercerse de dos formas: Activa y/o Pasiva. La violencia activa es lo que la mayoría entiende por conducta violenta. Se caracteriza por una actitud de pisoteo constante y sin escrúpulos hacia los derechos de las otras personas. En este caso el fin justifica los medios y la persona que comete un acto de violencia activa puede recurrir a diversos instrumentos- psicológicos y físicos- que van desde la utilización de las fuerzas militares y represivas del Estado hasta la explotaciòn sistemàtica y el timo; también la violencia puede llevarse a cabo solapadamente por parte del agresor, generalmente "con una sonrisa en los labios". Esto suele suceder en las relaciones empresariales y políticas cuando se contamina el medio ambiente o se toman medidas políticas de persuasión y engaño a la ciudadanía. Es cierto que si no hay violencia física, esta ausencia de visibilidad de la violencia es bien tolerada por el medio social, pero de todas maneras, las consecuencias del engaño y el disimulo, se hacen visibles a largo plazo.

La agresividad pasiva es mucho más difícil de detectar. Tradicionalmente se consideró que se producía en forma de sabotaje por parte de alguien que no tiene el coraje para hacer de su lucha algo visible porque generalmente depende (económica y emocionalmente) de su agresor@. Los trabajadores pasivo-agresivos, en ese sentido, son aquellos que ponen todo tipo de trabas a las actividades de la empresa. Hay otra concepción de la violencia pasiva y es la secuencial. Estas son personas que se comportan, primero, pasivamente, aparentando renunciar a sus derechos, pero cuando ven que el resultado no les es favorable se comportan de forma agresiva, empleando primeramente la estrategia de "pasar" y no hacer nada para posteriormente amenazar o criticar. También es muy común utilizar la victimización para vehiculizar la violencia de un modo pasivo hacia los demás, y utilizando el abandono, la negligencia y la indiferencia como mecanismos de defensa.

Reglas

La forma esencial con que se regula la convivencia social es a través de reglas. Las reglas, a su vez, las determina alguien que se sitúa en una posición de poder. En relación a lo visto en los párrafos anteriores, las reglas pueden dictarse de manera asertiva, del mismo modo que pueden ser discutidas y rechazadas por quienes las consideren injustas. Por ejemplo, un padre puede imponer reglas a su hij@ de manera asertiva sin vulnerar sus derechos. El niño depende económica y afectivamente de sui cuidador, por lo cual, es preciso que éste se haga cargo de sus cuidados antes de ponerle reglas. Si primeramente un padre satisface las necesidades básicas de su hij@ , dándole alimento, abrigo, salud, abriendo no solo su corazón, ojos y oídos, sino también sus brazos y manos para abrazarlo cuando este lo necesita, seguramente es@ niñ@ lo pensará dos veces antes de desobedecer una norma de su padre. Por el contrario, un@ niñ@ que es abandonado afectivamente por sus padres, aunque físicamente el padre y la madre estén físicamente todos los días con él/ella imponiéndole reglas y castigos sistemáticos, inflexibles y autoritarios, est@ niñ@ corre el peligro de desarrollar un trastorno de personalidad y un trastorno afectivo en la adultez. L@s niñ@s expuest@s a este tipo de abandono sufren el menoscabo de su autoestima, oscilando entre conductas oposicionistas y desafiantes con sus autoridades, a conductas de inhibición, desamparo y depresión.

En el caso contrario de que se quiera discutir la imposición de una norma injusta, existen formas persuasivas y asertivas para no verse vulnerad@ por la imposición de reglas abusivas. Por ejemplo, es una situación habitual que ciertos tipos de jefes, dada su excesiva inmadurez, exploten a sus trabajadores para obtener un beneficio personal, de modo que es necesario y legítimo que los trabajadores se organicen para defender sus derechos. Una forma de violencia activa sería destruyendo los puestos de trabajo y amenazando a los jefes, reclamando venganza. Una forma pasiva sería saboteando a su empleador, o bien, no reclamando por los derechos propios, dejándose aplastar para luego dedicarse únicamente a criticar. Una forma asertiva de resolver el problema sería a través del diálogo. Si no se obtiene respuesta, a través de la organización y persuasión de la opinión pública de que se están tomando medidas injustas, acudiendo a tribunales, tomándose pacífica, familiar y artísticamente las calles, etc. Un buen ejemplo de protesta asertiva es el actual movimiento estudiantil, pues se han tomado medidas creativas y no violentas para que la opinión pública los apoye y el gobierno comience a modificar el actual sistema educativo.

En conclusión, es importante señalar la importancia que tienen las conductas amorosas en el establecimiento de reglas justas. Si no acogemos a nuestros hijos, y no nos preocupamos por resolver nuestras propias trancas infantiles –que nos llevan a tener actitudes manipuladoras, violentas e injustas- difícilmente podremos ver en nuestros hij@s una conducta distinta, pues su aprendizaje, más que el nuestro, se encuentra vinculado a la imitación de las conductas adultas y al modelo que ofrecen las figuras públicas en los medios de comunciación –dibujos animados, héroes cinematográficos, etc. Asimismo es como nos tenemos que hacer cargo de las necesidades de protección y afecto que ellos tienen, pues de otro modo, solo estaremos contribuyendo a que la violencia que padecemos se siga reproduciendo y a que l@s niñ@s y l@s más débiles, se sientan sol@s e incomprendid@s.

Extractos de: http://www.psicologia-online.com/colaboradores/jc_vicente/manipulacion2.htm

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