una raza explotadora ha crecido como un cancer en nuestra sociedad de consumo capitalista, apropiandose y financiando la producción en masa de tecnología para la producción de confort, placer y guerras de poder.

Una nueva burguesía se yergue sobre el horizonte de la necedad humana.

Necio: el que defiende el progreso unilateral, el vicio, el partidismo. Necio: el que explota, contamina y manipula: ríos y comunidades; el aire, el alimento, la información.

Se desarticulan los cauces naturales; se estanca la vida en los embalses; se secan los cauces y se muere la vida; se electrifican los caminos y los circuitos humanos bajo una amenazante red de alta tensión; la interconexión no cesa su chirrido descomunal.

Míope: el que no logra ver la enfermedad en su cuerpo; torpe: el que no reconoce al próximo como un miembro necesario de un cuerpo que no le pertenece pero del que necesariamente participa.

Rancia la figura distorsionada y partidista del progreso.

Acumular y explotar. Despilfarrar y expropiar. El progreso de la sociedad de consumo tiene esas dos aristas.

El progreso que vivimos hoy es el el progreso maquiavélico junto a una endémica necesidad de competir y vencer. El fin justifica los medios para ganar lo que queremos, para satisfacer nuestra voluntad. El progreso sin embargo, tiene otras raíces y no es tan solo material ni se utiliza tan solo para producir dominio y violencia sobre los otros.

Vivimos en una red virtual que se ha instalado como una necesidad, pero esta necesidad ya ni siquiera la vemos en su verdadera dimensión de necesidad, sino que la vemos como una droga. Somos adicto-dependientes a la red interconectada. Somos adictos a la información.

El verdadero progreso es espiritual. Una vez que nace una idea, la llevamos al corazón para medir cuan cierta es su magnitud y su fuerza. Obraremos pór ella y no por el falso progreso, esa infausta droga para los que gozan por la explotacion.

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