"el superyó es un agente del aparato síquico por cuyo intermedio la influencia parental rectora se prolonga más allá del tiempo en que puede ejercer un efecto directo. Dado que es diferente del yo y a veces se opone a este, el superyó da origen a un conflicto intrasiquico… aquella parte del cuerpo informativo que corresponde al superyó deriva principalmente de las amonestaciones verbales recibidas de los padres y otras figuras con autoridad. El cuerpo informativo que corresponde al yo se sitúa preferentemente en la acción libidinosa. No existe conflicto alguno cuando las amonestaciones verbales y las acciones están bien sincronizadas e integradas entre sí. Sin embargo, si ambos cuerpos informacionales del superyó y la libido, buscan soluciones distintas, el tomar una desición para el yo se torna dificultoso.
…El superyó y el ideal del yo se forman en una etapa en la que el niño aun no ordena sus experiencias, formando dispositivos de autonomía para tomar desiciones propias. Los niños están tomados al Otro. El niño es en consecuencia, guiado por las experiencias de otros.”
Jurgen Ruesch
Comunicacion terapeutica
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El superyó es la instancia síquica que nos conecta a nuestras autoridades infantiles.
Un padre osado, irascible, cuyos modelos se desafían sin violencia. Un superyó cada vez más libre de su influencia porque deja de ser violento, pero que si no se ciñe a las estructuras genéticas de sus orígenes infantiles para dirigirse hacia sus objetos de interés, corre el peligro de volverse demasiado laxa y sin sentido.
El cuerpo libidinoso de la madre y la inseguridad ancestral del valle encarnándose en ella. Y los compañeros antiguos, desapareciendo, apartándose del camino, siguiendo sus propios designios. Apartados del camino, empiezo a ver el mío y a quienes transitan por él y las intersecciones y cruces que tiene, y a otros que corren por vías paralelas, haciéndome guiños y señas de amistad. Empieza a poblarse la soledad infinita en el norte; la oscuridad se transforma en coraje. Comienzo a ver más allá: se han de cerrar los ciclos del sufrimiento pues ya se ha sufrido demasiado; queda la vaga intuición de que el 2012 será un año violento. Transportado en sueños a la época facista de Pinochet, los monstruos desacataron toda nobleza y ley de convivencia en mosntruos voraces y amenazantes, dispuestos a reprimir a las masas. El régimen del miedo permanece en la memoria colectiva: mientras no estén atados a cadenas los artífices y cómplices del régimen neoliberal de explotación y tortura. Nos inmovilizan porque no dejan que la ira los combata y tampoco nos dan la opción de huir, solo nos permiten sentir una vaga pero crónica sensación de angustia, que les sirve para llenar con objetos de consumo y utilizar como razón de autoflagelo. Venden de este modo nuestro patrimonio cultural y nuestro futuro, designando carabineros, jueces, profesores de la tortura y la ignorancia, etc.
Nos podrán amenazar con bombas nucleares, pero ni eso podrá detener el tiempo, el cual nos dirige hacia la unificación armónica de las diferencias en una sola conciencia planetaria. Hoy, es solo información lo que circula, pero pronto esa información se transformará en conocimiento y escuela al servicio de la armonía. Solo entonces reinará la sabiduría entre los seres humanos: cuando nos demos cuenta de que algo más grande une al individuo con los demás seres, y de que todo es fruto de una gran causalidad, de una gran conciencia planetaria; si se cohesionan las conciencias para proteger la armoniosa diversidad (de elección y producción de bienestar colectivo) y si se desnaturaliza la explotación y la vorágine por los metales y la carne, se podrá encontrar la divina ciencia, que en ningún caso detendrá el tiempo ni acabará con todos los males, pero sí nos catapultarán a un nuevo orden existencial, donde el abuso subrepticio de unos pocos sobre el resto se transformará en una actitud repulsiva. Es lógico pensar en ese sentido, que tras un proceso de fragmentación, codicia, guerra e intransigencia de las clases gobernantes, vendrá un tiempo de reflexión y reconstrucción en el que las conciencias se unirán y formarán una sola conciencia planetaria. Será entonces cuando los seres humanos empiecen a buscar nuevas fronteras espaciales, y cuando el tipo actual del “homo consumus” desaparezca como condición de explotación, esclavitud e ignorancia.
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