viernes, 21 de mayo de 2010

Calíope

Mientras volabamos por el cielo raso, superando fuertísimas corrientes y esquivando los afilados picos de las montañas, Calíope me habló del lujurioso fauno que se esconde en la montaña.

" Ha pasado largo tiempo desde que tocando su cítara doblegó mi pundonor. Y he de deciros que me enamoré perdidamente de él, como una salvaje, y no por sus melifluas canciones sino por la forma altanera e incorregible de su actitud."

Una lágrima cayó de sus ojos y no pude creer lo que ocurrìa. Una musa, la más distinguida de todas, derramando amargos océanos por un fauno lujurioso. Le quise pedir consejo pero su ánimo de pronto ensombreció, asi que nos detuvimos.

Por la noche, y a la vista del amplio unverso, calentaba mis extremidades y me arrimaba a sus brazos diciendole de manera inspirada:

"Hija de Zeus, te añoro... una ola inmensa se agita en mi interior. Un aura blanca me hipnotiza y quisiera entregaros mi vida, penetraros por los 5 sentidos. Dejadme tocar vuestros poros, la carne viva de vuestra piel tierna. Dadme vuestro dolor de Pitonisa, y que tu resentida madre Mnemósine, no se entere..."

A la altura del cuello, y aguantando una erección dolorosa, Caliope me movió con sus brazos hacia y desapareció. Solo me quedaba su voz angelical y su perfume, el calor de su cuerpo, su fragancia en mi nariz...

No hay comentarios: