lunes, 1 de agosto de 2011

Hegemonías políticas

En la medida que los gobiernos se vuelven menos representativos, el descontento popular produce recelos en la clase gobernante, que se traducen en producción de dispositivos de vigilancia y castigo.

Todavía resuenan los ideales revolucionarios que pregonan a los cuatro vientos igualdad, fraternidad y libertad. Si seguimos avanzando en esa dirección, debemos superar el pensamiento irónico aplicado al orden público de las personas, cuya condición política resguarda el ambito privado bajo un régimen bicameral, pues la escición es el régimen político de estos tiempos como autogeneración y proclamación de la libertad individual, regimen, que no debiese en teoría tener ningún tipo de contención moral; no ocurre lo mismo en el ámbito público, donde todos "nosotros", según una expresión de Critchley refiriéndose a Rorty, debiesemos crear (imponer) una sociedad política tolerante y compasiva inclinada a los concensos. El sufrimiento del otro es nuestra condición metafísica para resguaradar el orden público de las meras contingencias, en donde solo es aplicable una crítica irónica y nunca una discusión metafísica, la cual se reserva unicamente para las esferas solipsistas y autogenerativas de lo privado (nichos resguardados para el ejercicio del abuso político). Revisar supuestos racionales en la política que nos puedan servir para pensar un futuro democrático que fomente la libertad, la fraternidad y la igualdad, hoy, para la visión racional posmoderna, tiene que ceñirse únicamente a hechos pragmáticos, a la contingencia política, lo cual nos lleva necesariamente a un ámbito de relativismos y de irracionalidad que nos hará caer en contradicciones morales (esciciones e hipocresía, manipulación antojadiza de la información) y abusos de una clase sobre otra. ¿Cómo es posible un sistema que niega todo tipo de racionalidad metafisica en beneficio de las utilidades contingentes (especialmente de las "super" democracias del norte, ejemplo a seguir), si a la vez que se promulga la tolerancia y la diversidad se promulga un supuesto metafísico, precientífico de rechazo al sufrimiento como condición y regulació ética del orden público? ¿Cómo puede ejercerse un tipo de antifilosofía bicameral que separa el ámbito privado del público, no permitiendo a este último coordinarse con el primero, si ello supone en el fondo una esencialidad de lo privado y lo público, y en consecuencia, una irreconciablidada de ambas esferas? ¿cómo puede separarse tan nítidamente lo público de lo privado si estamos negando los esencialismos, y aceptamos por el contrario, que las esencias se definen por fenómenos de contingencia e intercambios y aperturas de significado entre los términos binarios que las definen? No puede ser que una sociedad pueda llegar a concensos y a la tolerancia bajo la hegemonía ingenua del "nosotros", haciendo pasar las posiciones políticas por posiciones metafísicas neutras.

No es posible pensar un tipo de accionar político, cuyos fundamentos metafísicos sean neutros. La política del nosotros se ejerce claramente para defender el ámbito privado, donde se esconden y recluyen las verdades metafísicas de la ironía liberal. El régimen de contingencias solo nos lleva a un régimen hegemónico del nosotros, que tiene muy poco de tolerante y de diverso. Al final, el régimen de los consensos es la hegemonía irónica de unos pocos: las democracias neoliberales del norte y de todo aquel Estado que pueda escindir el ámbito privado donde se cometen los abusos indecibles en la esfera pública. Lo que se tiene por público es el engaño y la ironía sobre la naturaleza y el porvenir de la democracia representativa, elusión y condena del orden metafísico para discutir los conflictos y la imposibilidad de reducir a los otros como separados del nosotros; es inmoral asumir que "nosotros los liberales" negamos la racionalidad metafísica en el orden público a través del solapamiento de las estructuras elementales de la ideología del nosotros en el ámbito privado. De este modo, se reproduce un sistema irresponsable y escindido, que no puede rendir cuenta de sus acciones y sus supuestos, pues estos se resguardan en el ámbito privado. Para mantenerse resguardados en sus privacidades (donde se manipula el orden público a conveniencia), el mecanismo de control y castigo de la elite se ejerce a través de quienes están dispuestos a sobarle el lomo y a negar su identidad subjetiva con tal de ser protegidos por una institución que a su vez, ellos deben proteger. Estos perros de presa, estan dispuestos unicamente a obedecer ordenes, renunciar a su identidad y refugiarse en el anonimato de las fuerzas represivas del Estado, resguardando también la privacidad política de la elite (las fronteras entre lo público y lo privado, como se ve, son arbitrarias, poco claras y además, se prestan para el ejercicio de la corrupción).

Quisiera saber una cosa: la supuesta despolitización del ámbito público y la imposibilidad de discutir racionalmente, más allá de los hechos contingentes, ¿no tiene como consecuencia el reforzamiento de una elite, que entonces, puede abusar del poder a través de un régimen "democrático" liberal? Pues, los concensos, en ese orden, solo serían la gesta de un movimiento político de la propia elite, es decir, representando sus propios intereses y ofreciendo una fachada de representatividad pública sobre los otros. Los otros, con esa fachada, podrán sentirse satisfechos y representados, mediante mecanismos de simpatías y contingencias, con la formación hegemónica del "nosotros": los demócratas liberales. Con esto se da pie para anonimizar las fuerzas de control público, pues la mayoría, al creerse representada por la elite, le confiere a ésta la facultad de ejercer vigilancia y control sobre las posibles disensiones y reclamos populares; estos reclamos son sofocados bajo el yugo de las fuerzas institucionales de la elite, que se limitan a responder órdenes políticas para resguardar el orden público y conservar el status quo del "nosotros los demócrats liberales" o la "hermandad comunista".

´¿Cuándo se ha visto que un policía de la cara por lanzar un balín en contra de un manifestante? Las institucione represivas se reguardan en el anonimato, y con ello replican el poder hegemónico de la élite, pues ¿cómo puede condenarse a una institución si no se tienen a la mano nombres que puedan condenarse frente a un tribunal? La administración de la violencia y la justicia se ejerce desigual y arbitrariamente debajo de los escudos y las caparazones de las fuerzas represivas del Estado, al igual como podría hacerlo un encapuchado. ¿Por qué se le exige al encapuchado lo que el carabinero y el militar no realiza, a saber, dar la cara y rendir cuenta por sus acciones ante la opinión pública y ante los tribunales de justicia? Siempre son nns los que están ´dentro de los guanacos, y nunca nadie sabe quienes acribillaron a golpes a Juan Pérez. Juan Pérez tiene que mostrarse al desnudo o sino se lo criminaliza. El policía puede negar sus subjetividad violenta y abusiva en la institucionalidad, que a su vez, se refugia en el imperativo categórico de conservar el orden democrático liberal o comunista de unos pocos. Se asegura de este modo el concenso a través de agentes represivos anónimos y en beneficio de una supuesta tolerancia del nosotros, que se contradice en todo momento con la posible revisión metafísica de valores como la igualdad, la fraternidad, la libertad y la justicia.

Los carabineros y los militares, así como los políticos, deben rendir cuentas de todas sus acciones políticas, privadas y públicas. Se tienen que transparentar de una vez los vínculos que se establecen entre el orden público y el libertinaje privado para que de una vez acabemos con la hipocresía reinante. No se trata de situar una panóptica facista de control y hegemonía sobre ambos ámbitos, pero si de relativizar los esencialismos que separan lo público de lo privado, y que posibilitan el ejercicio del abuso en el resguardo de la privacidad. En la medida en que lo privado no facilite ni resguarde atropellos sobre un otro, ha de permitirse el libre ejercicio de la autogeneración poética y de la especulación metafísica si se quiere, pero si lo privado sirve para solapar el abuso político de unos pocos sobre la mayoría, anonimizando al agresor, debemos transparentar los vínculos que se establecen entre el orden público y el privado mediante alguna contraloría: los carabineros tienen que dar la cara ý el nombre, rendir cuenta pública ante la ciudadanía y la justicia, al igual que los ciudadanos y los politicos en relación a sus negocios...

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