viernes, 12 de agosto de 2011

Un Mundo Feliz

Los políticos tiemblan en sus tronos y sólo una minoría vela por el bien común. El apocalypsis que se anuncia a vivas voces para el 2012 quizás es la destrucción de nuestras instituciones políticas y económicas, que restringen y parcelan de manera injusta y autoritaria el orden social. Se está alterando el orden público porque la sociedad sufre una enfermedad terrible llamada inconsciencia.


El ser humano es un ser social por naturaleza, pero también convive en nosotros la necesidad de autentificarnos como seres distintos, separados, diferentes, y por lo mismo, indivisos, únicos, especiales, y porqué no decirlo, egoístas. Hay posturas que radicalizan una y otra postura, diciendonos que es el Otro lo que nos determina. Los individualistas nos dirán que es el yo. Obviamente, socidad e individuo son pares dialécticos que no pueden existir el uno sin el otro, por lo cual, tomar partido por uno negando el otro es tan absurdo como ser partidario del día y la luz negando la noche y la oscuridad. El bien se entiende a partir del mal y viceversa, y ocurre lo mismo con la oposición entre individualistas y comunistas.

Ya sea con un gobierno centralizado y conservador, o con un gobierno descentralizado y liberal, la posibilidad de yerro es la misma. El problema del sufrimiento humano no se resuelve con una postura liberal en nuestras instituciones y actitudes, como tampoco se resuelve con una posición conservadora. El problema es otro.


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La clase política tiembla: se desmorona un sistema y una forma de pensar; poco a poco, sobre todo en las nuevas generaciones, se está creando la conciencia de "ordenarse" de un modo diferente, de un modo democrático efectivo -que considere la diversidad de las posturas y se incline a los concensos, pero de manera racional y justa, porque también existe la necesidad creciente de que ese orden pueda ser desestabilizado por el gesto espontáneo de los individuos para disentir y no tolerar la postura del otro.

De lo único en lo que hoy día puede y debe existir concenso, es en la posibilidad de vivir conforme a un sistema que garantice las condiciones mínimas de desarrollo en comunidad. No podemos negar la existencia del otro para satisfacer egoístamente nuestras necesidades individuales, pero tampoco podemos negar nuestra individualidad para satisfacer las necesidades del Otro. La resolución a esta aparente oposición la otorga la ecología.

Actualmente, un Mundo Feliz se dice de aquel que resuelve sus problemas parchandolos sin resolver nada. Un mundo feliz, que conserva el estatu quo de sus instituciones sin importar si ya no representan democráticamente a la mayoría ni garantizan condiciones dignas y sustentables de existencia. Un mundo feliz, en donde la enfermedad forcluida se manifiesta como cáncer: a través de los oídos sordos de los político-empresarios para hacerse cargo del bien común, a través de los dispositivos represivos del Estado, del sistema educativo y de la marginalidad de los que no obtienen ningún beneficio de la sociedad. Cuando a los políticos les falla la primera instancia de control, la educación, viene luego la vigilancia y el control: la represión.

¿Cómo se explica el nivel de violencia manifestada en Londres y en otros lugares del mundo? Entendamos que Inglaterra y Estados Unidos, hace siglos vienen sembrando el terror sobre todo el planeta, forcluyendo una enfermedad que no se resolverá con mayor represión policial o con la intervención del ejército. Cuando nos decimos ingleses o chilenos, y no queremos hacernos responsables con ello de los atropellos históricos que se han cometido para formar nuestra identidad, obviamente se va incubando una enfermedad llamada marginalidad social, explotación económica e inconsciencia política. Si por ser chilenos creemos que no le debemos nada a nadie, eso es mentira: expropiamos tierra a nuestros hermanos peruanos y bolivianos, abusando de ellos, y hoy día, explotándolos y marginándolos en nuestro sistema financiero, político y social.


La gente se admira de Inglaterra por el orden de sus calles, la belleza de su futbol (animado esencialmente por extranjeros y por la fuerza del dinero), pero se olvida rápidamente todo aquello que la fachada margina. Lo marginado no son solamente los "manifestantes" ingleses -si se les puede llamar así a quienes solo desean destruir- sino tambien todo aquel que ha sufrido los horrores de la explotación capitalista.

Los facistas, inconscientes del ser social al que deben su poderío y su existencia, niegan lo que es vivir en sociedad -vanagloriados por la informática, la virtualidad y la rapidez y eficacia de las comunicaciones: la globalización-, no salen a las calles más que en sus autos para encerrarse en sus oficinas. Obviamente, una persona así, acostumbrada a la velocidad de su vehículo, creerá que el orden social es algo bueno y necesario, por lo cual, cualquier manifestación ciudadana tendría que ser reprimida y atropellada, y si es posible, criminalizada bajo la óptica que pretende conservar el orden público. La violencia se polariza, y no encontramos diálogo.

En Chile, tenemos que aprender de nuestros errores. Los facistas - los que niegan los derechos de la gente, gente que ocupa los espacios públicos a pie y sin autos, incluyendo las calles, no solo para transitar, sino para manifestar descontento- y los "comunistas" y los anarkistas- aquellos que quieren negar ingenuamente la posibilidad de lucro, la libertad de emancipación financiera, y destruir la legitimidad del ser capitalista desde sus bases respectivamente- son los que polarizan la lucha de clases e imponen el orden de la violencia. La enfermedad se agudiza cuando estos grupos radicales se combaten entre sí. Los políticos facistas amenazan a la ciudadanía amparandose en las fuerzas del ejército para defender el orden público, y los grupos anarkistas los combaten, persiguiendo la destruccion de dicho orden. Pues bien, desde mi humilde posición la violencia y la intransigencia no se combate con violencia e intransigencia, o al menos, no del mismo modo como la implemente la clase gobernante sobre los gobernados. En ese sentido, más vale padecer injusticia que cometerla.

Compañeros, no nos rebajemos a la misma condición rastrera de quienes nos explota. A veces, yo mismo temo que el germen de la violencia extrema se desarrolle en mi espiritu, obnubilando mi conciencia y la posibilidad de un verdadero cambio. Sigamos el ejemplo de quienes luchan en paz y con paciencia. Si el gobierno por fin se abre a la posibilidad de financiar educación gratuita y de calidad para los más pobres, ¿eso no es ya un gran avance? Ojalá que el sr. presidente no se quede en las meras palabras y prmesas y gestione de una vez por todas los cambios que el páis necesita.


No permitamos que la enfermedad de los violentistas siga creciendo, y no nos inventemos la mentira de un mundo feliz - por las bajas de la cesantía, el aumento de los números en el ámbito bursátil o la mentirosa fachada del orden público.

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por otra parte, es cierto que el sistema de becas para los más pobres se implementa desde hace algunos años. Lo que no se tiene en consideración, es que esta medida no tiene mayores repercusiones ni genera mayor igualdad ni justicia social. El gobierno accedió a incrementar su aporte al fondo de crédito fiscal, y eso es un avance, pero no se resuelve el problema. El problema y las demandas de fondo de los estudiantes son otras.

El Estado solo aporta el 15% del fondo con el que se acreditan las universidades tradicionales, y también aporta otro resto a universidades privadas, sin embargo, y a pesar de que este fondo es muy bajo, las personas que pueden accder al sistema de becas son personas que han tenido el privilegio de una educacion de calidad. ¿Quién es en definitiva el que puede ingresar a las universidades tradicionales? No necesariamente el que estudia. Aquí hay una cuestión de fondo que tiene que ver con el sistema educativo completo, pues la calidad, solo se garantiza para unos pocos: los que pueden pagar. Justamente, estos beneficiados son los que tienen los puntajes para acceder a las universidades. Podemos seguir incrementando el aporte fiscal a los fondos de crédito estudiantil, pero no resolvemos el problema de fondo: la inequidad de oportunidades, y la falta de un sistema que evalúe habilidades y talentos, no contenidos. Pero las reformas de Lavín, su gran cambio, es el siguiente: aumentar el elitismo de la educación para quienes tengan acceso a dichos contenidos.

La educación no se resuelve por mediación papal ni en el lapso de un día, y los estudiantes y la comunidad chilena que la apoya, no demandan dicha barbarie. Solo se quiere, que aparte de las medidas parciales y los avances que propone el gobierno, se avance en modificar el sistema educativo de raíz, con los sistemas de evaluación actual y garantizando la calidad desde la temprana infancia, y no delegando la enseñanza y la educación al ámbito bursátil o a las familias. No queremos pequeñas soluciones para seguir en lo mismo: con familias endeudadas hasta el cuello por la intransigencia del gobierno para sentarse a trazar los lineamientos para cambiar esta situación injusta.

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Para los marginales (políticos-empresarios irresponsables, carabineros y anarkistas violentistas) por favor: ya basta de violencia y de inconsciencia! Sabemos que quieren protagonismo, y que quizas nunca nadie los escuchó, pero dejen de acaparar la atención. No deben ser los violentistas los protagonistas del movimiento social y de los cambios que se requieren...

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