lunes, 23 de agosto de 2010

Los poderes de la Perversión, (1980) Julia Kristeva, trad. Nicolás Rosa y Viviana Ackerman


* La abyección, es una de esas oscuras rebeliones del ser contra aquello que lo amenaza y que le parece venir de un afuera o de un adentro exorbitante, arrojado al lado de lo posible y de lo tolerable, de lo pensable.

* Ahí está rrojado, inasimilable. Eso fascina el deseo que sin embargo, no se deja seducir.

* Asustado, se aparta. Repugnado, rechaza, un absoluto lo protege del oprobio, está orgulloso de ello y lo mantiene. Y no obstante, al mismo tiempo, este arrebato, este espasmo, este salto es atraído hacia otra parte tan tentadora como condenada. Incansablemnte, como un búmerang indomable, un polo de atración y de repulsión coloca a aquel que está habitado por él literalmente fuera de si...

* Lo abyecto no es un ob-jeto, tampoco es este objuego, punto de fuga infinito en una búsqueda sistemática (compulsiva) del deseo...

* Del objeto, lo abyecto no tiene más que una cualidad, la de oponerse al yo...

* lo abyecto es radicalmente un excluido, y me atrae hacia ahí donde el sentido se desploma. Un cierto yo que se ha fundido con su amo, un superyo, lo ha desalojado resueltamente... sin embargo, lo abyecto no cesa, desde el exilio, de desafiar al amo... le solicita una descarga, una convulsión, un grito... si tu enemigo te vence grítale...

* a cada yo su objeto, a cada superyo su abyección...

* no es la capa blanca o del aburrimiento quieto de la represión. No son las versiones o conversiones del deseo que tironean los cuerpos, las noches, los discursos, sino un sufrimiento brutal del que yo se acomoda, sublime y devastado, ya que el yo lo vierte sobre el padre (padreversión): yo lo soporta ya que imagina que tal es el deseo del otro... en el linde de la inexistencia y de la alucinación, de una realidad que si la reconozco, me aniquila. Lo abyecto y la abyección son aquí mis barreras. Esbozos de mi cultuta.

* asco de una comida, espasmos, vómitos que me protegen. Repulsión, arcada que me separa y me desvía de la impureza, de la cloaca, de lo inmundo...

* la nausea me retuerce contra esa nata y me separa de la madre, del padre que me la presenta. De ese elemento, signo de su deseo, yo ya no quiero saber, yo no lo asimilo, yo lo expulso... pero puesto que existo en su deseo, yo me expulso, yo me escupo, yo me abyecto... me desvanezco en esta cosa insistente, cruda, insolente bajo el sol de la morgue...

* aquello que no respeta los límites, los lugares, las reglas de la humildad, la verdad, el bien es abyecto... la abyección es inmoral, tenebrosa..."

* no es la ausencia de limpieza o de salud lo que vuelve abyecto, sino aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden. Aquello que no respeta los límites, los lugares, las reglas. La complicidad, lo ambiguo, lo mixto. El traidor, el mentiroso, el criminal con la conciencia limpia, el violador desvergonzado, el asesino que pretende salvar...

* todo crimen que señala la fragilidad de la ley es abyecto, pero el crimen premeditado, la muerte solapada, la venganza hipócrita lo son aún más porque aumentan esta exhibición de la fragilidad legal.

* la abyección es inmoral, tenebrosa, amiga de rodeos, turbia: un terror que disimula, un odio que sonríe, una pasión por un cuerpo cuando lo comercia en lugar de abrazarlo, un deudor que estafa, un amigo que nos clava un puñal por la espalda.

* aquel que rechaza la moral no es abyecto -puede haber grandeza en lo amoral y aun en un crimen que hace ostentación de su falta de respeto de la ley, rebelde, liberador, suicida.

* la abyección del crimen nazi llega a su apogeo, se mezcla con aquello que, en mi universo viviente, está llamado a salvarme de la muerte: con la infancia, con la ciencia, entre otras cosas.

* la abyección de si... el sujeto encuentra lo imposible en si mismo: él no es otro que siendo abyecto... al sujeto le ha sido develado que todos sus objetos solo se basan sobre la pérdida inaugural, fundante de su propio ser... hay un reconocimiento de la falta fundante del ser, el sentido, el lenguaje, el deseo...

* reconocimiento de la castración, se desvía de sus escapatorias perversas para ofrecerse como el no objeto más precioso, su propio cuerpo, su propio yo (moi) perdidos en lo sucesivo como propios, caídos, abyectos.

* el fin de la cura puede llevarnos hacia allí. Angustias y delicias del masoquismo.

* esencialmente a lo siniestro, incluso más violenta, la abyección se construye sobre el no reconocimiento de sus próximos: nada le es familiar, ni siquiera una sombra de recuerdos. Me imagino a un niño que se ha tragado precozmente a los padres y los vomita y rechaza, para salvarse, en todos sus dones y objetos... dominado por la pulsión, se construye su propio territorio, cercado de abyecto. Maldita figura. El miedo cimienta su recinto medianero de otro mundo, vomitado, expulsado, caído... aquello que ha tragado en lugar de un odio materno sin palabra para la palabra del padre, es un vacío.

* Qué consuelo se puede encontrar en la repugnancia? Quizá un padre, pero vacilante, que retorna permanentemente. Sin él, el madito muchacho no tendría probablemente ningún sentido de lo sagrado... se confundiría con el basural de los no objetos...

* para quien lo abyecto existe no está loco. Del entumecimiento que lo ha congelado frente al cuerpo intocable, ausente, de la madre, y que ha cortado los impulsos de sus objetos (representaciones)... hace advenir con el asco el miedo (N.E: la náusea, la angustia, la conversión, la paranoia...). El fóbico no tiene más objeto que lo abyecto.

* teoría del inconsciente: represión de contenidos (afectos y representaciones) que por ello no acceden a la conciencia, sino que operan modificaciones en el sujeto, en el discurso (lapsus), en el cuerpo (síntomas), o en ambos (alucinaciones).

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