viernes, 8 de abril de 2011

Lou-Andreas Salomé

"Qué esplendores sabe descubrir esta mujer, qué provecho saca del encuentro en su momento justo con los hombres y con los libros: su comprensión es una maravilla; la inteligencia del amor, le hace penetrar, intrépida, en los misterios más ardientes, y estos, lejos de hacerle daño alguno, la iluminan con su puro resplandor.

(...)

no he conocido a nadie que tenga a ese punto a la vida de su parte, tanto en la calma como en el horror (...) no cesa de querer dar, aún cuando mata."

Rilke a Marie de Tour y Taxis, 29 de julio de 1913


"El 5 de febrero de este año (1937) la señora Lou Saloé falleció en paz en su casita de Gottinge casi a los sesenta y seis años. Durante los últimos veinticinco de su vida esta notable mujer estuvo ligada al psicoanálisis, que practicó y aportó valiosos escritos. No exagero si reconozcomo que todos sentimos como un honor que se uniera a las filas de nuestros colaboradores y compañeros de armas, al mismo tiempo como una renovada garantía a la verdad de las teorías del análisis.

Ya sabíamos que siendo muchacha había establecido una intensa amistad con Friedrich Nietzsche, fundada ssobre su profunda comprensión de las atrevidas ideas del filósofo. esta relación terminó bruscamente cuando ella rechazó la propuesta de matrimonio que él le hizo. También sabíamos que muchos años después había actuado como musa y madre protectora de Rainer Maria Rilke, el gran poeta, que se hallaba un poco inerme ante la vida. Pero detrás de esto su personalidad permanecía oscura. Su modestia y su discresión eran más que ordinarias. Nunca habló de sus propias obras literarias o poéticas. Claramente sabía donde hay que buscar los valores verdaderos: en la vida. Los que estaban màs próximos a ella tuvieron la más intensa impresión de la autenticidad y de la armonía de su naturaleza y pudieron descubrir con asombro que todas las fragilidades femeninas y tal vez la mayor parte de las fragilidades humanas le eran ajenas o habían sido dominadas por ella en el curso de su vida.

Fue en Viena, hace mucho tiempo, donde el episodio más conmovedor de su vida de mujer se había desarrollado. En 1912 volvió a esa ciudad para iniciarse en el psicoanálisis. Mi hija, que era íntima suya, le oyó una vez lamentarse de no haber conocido el psicoanálisis en su juventud. Pero, después de todo, en aquellos días no existía tal cosa."

Sigmund Freud

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