jueves, 23 de diciembre de 2010

Fenomenologìa

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El tiempo de Husserl (la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX) fue una época de grandes cambios culturales y de grandes repercusiones en nuestro estilo de vida y pensamiento. Ello, sin duda, se debió a los avances científicos y políticos que remecieron los cimientos donde descansaba el filósofo. A cambio de este mundo trascendental de ideas y especulaciones, se ofrecía un mundo material ceñido a una forma directa de constatación empírica (mediante avanzados instrumentos) que pocos pudieron cuestionar. El mundo fue modificándose, conforme se perfeccionaban estos instrumentos y sus teorías, a imagen y semejanza de la ciencia empírica, mientras la metafísica, en cuanto que era el objeto privilegiado de teólogos y filósofos, se vio constreñida al sopor y el aislamiento epistemológico, tildándosela de no científica y ociosa por carecer de evidencias materiales directas que le otorgasen legitimidad. La ciencia empírica, por su parte, se volvía progresivamente más técnica, materialista, e influyente sobre la política y la vida, al tiempo que se volvía más ciega e inconsciente de sus estructuras trascendentales. El filósofo perdió entonces credibilidad entre los científicos, ganándose el rótulo de especulativo, ocioso y loco; el imperio de una “razón calculante”, tenía como único fin la manipulación y la utilidad técnica de los recursos mundanos, lo que constreñía a la filosofía al campo de unos saberes esotéricos mitológico y a la reproducción ociosa en universidades y academias, de algunas personas que todavía desean “pensar”. Los grandes axiomas trascendentales de la razón pura, de este modo, fueron desapareciendo, perdiendo consistencia y credibilidad. El religioso y el filósofo perdieron también la fuerza para influir en la política y el quehacer de la ciencia -en cuanto a su origen y a sus metas. Por el contrario, reina en estos días una fe ciega en la ciencia empírica y un profundo desdén por los temas trascendentales de la metafísica (como lo son Dios, la libertad y la eternidad). Pues bien, un pequeño número de pensadores vela para que estos temas no caigan en el olvido y no se tergiverse su sentido original. Tal parece ser la motivación de Edmund Husserl cuando escribió “Krisis”, y de esta lúcida tesis que desglosa las bases puras de una ciencia fenomenológica-consciente de sus estructuras trascendentales (orígenes, metas y limitaciones). Por desgracia, ya casi nos convencemos que Dios es el dinero, en cuanto que fluido trascendental que permite los intercambios utilitarios de un mundo técnico, y en el que ingenieros comerciales deben educarnos en el origen y el ejercicio de la libertad, donde el especialista, por antonomasia, está llamado a manipular los objetos técnicos del mundo para hacerse cargo de la inmortalidad. En un escenario cultural como éste, es decir, ciego a los objetos y principios metafísicos que lo sostienen, ¿Qué puede decir y proponer el filósofo? La creciente especialización técnica de las ciencias y el imperio de la informática y la mecánica, plantean al filósofo una tarea difícil puede el filósofo dejarse llevar por los rieles de la moda y hacerse él mismo un especialista, o bien, puede nadar en contra de la corriente y hacer el esfuerzo por revisar lo que hasta entonces se tenía por verdadero, sagrado y fundamental, en una cultura, que parece encontrar su apogeo, pero que en realidad, se encuentra en una franca crisis (como lo constatan las guerras, la contaminación, la extrema pobreza, etc.). Se hace necesario entonces repensar la labor del filósofo ante este escenario de crisis, en cuanto a la legitimidad de la ciencia empírica y el porvenir de la cultura.

Lo que el hombre técnico proclama a vivas voces, es el imperio de un “saber” de lo particular. Cada región de lo ente debe su ser a la utilidad técnica de especialistas, que, en tanto que forman el mundo de las especialidades, desconocen el pasado y el porvenir de su actividad en relación a la cultura. La tarea de la filosofía de Husserl, por tanto, es devolver la mirada hacia los viejos temas de la metafísica, no obstante, bajo el rigor de un nuevo método y al amparo de una nueva disciplina: la psicología moderna. Es en este contexto que se hace necesaria la comunicación entre filósofos y psicólogos, pues mientras los primeros cuentan con el bagaje de conceptos, pensamientos e ideas legados por la tradición metafísica, los segundos aportan conocimientos en torno al instrumento cognoscitivo mismo. Fue en esta comunicación, que la filosofía recobró el aliento, y por la cual, le fue permitido a la psicología fundar sus conocimientos en una tradición. La filosofía, hizo entonces un llamado a los pensadores y científicos a revisar sus fundamentos, para ir a las cosas mismas; esto no significa otra cosa que desprenderse de la espesa capa de prejuicios que recubren nuestros hábitos, creencias, acciones y omisiones, respecto de lo que funda en cada caso el conocer: la metafísica. Para conocer los objetos de un modo más originario y puro, se hace necesaria una ciencia que revise sus fundamentos de un modo riguroso y transparente. Se propuso entonces un nuevo modelo en el que la tradición y la experiencia debían deconstruir sus supuestos para llegar al conocimiento de las estructuras trascendentales del conocer, que definen la comprensión del mundo y la subjetividad. Para ir a las cosas mismas, debe operarse antes un método reductivo de los fenómenos psíquicos en tanto tal. Lo que se debe reducir en cada caso es el saber puro de un fenómeno. En tal virtud, con el método de reducción eidética los objetos son puestos en su lugar correspondiente, en una relación más estrecha y pura con la subjetividad, pues, como se ve, la deconstrucción de un saber tiene por condición el conocimiento de las estructuras trascendentales del sujeto cognoscente. Para ello, resulta perentorio diferenciar lo accidental de lo esencial, lo necesario de lo contingente, lo propio de lo impropio. El filósofo, por tanto, tiene la labor de examinar el nexo entre el mundo circundante y la estructura cognoscente; debe separar la hierba de la maleza, lo esencial de lo accidental, lo puro de lo sintético. En ello, como se dijo, la psicología tiene un rol protagónico, pues la fenomenología, como método descriptivo y reductivo de la realidad, debe su ser a la psicología en cuanto que ésta es la ciencia de lo «psíquico» en el nexo concreto de las realidades espacio-temporales (internas y externas) de lo que en la naturaleza se encuentra y se proyecta con carácter de yo. En la enciclopedia británica, se explicitan de un modo más riguroso estas condiciones que aquí se reproducen a modo de introducción. Hay que referir entonces las preguntas a este yo pensante, que en todo momento, filtra, siente y entiende la realidad circundante como una proyección de su ser.

El yo, expresa su ser en todo lo que inseparablemente le pertenece como vivir psíquico. En la medida que el yo es una experiencia vital, podemos decir que todos nuestros conocimientos están sujetos a la facultad de experimentar, pensar, sentir, querer, y de tener facultad y hábito sobre las cosas aprehensibles. Lo aprehensible en cada caso son los objetos (externo e interno, objetivo y subjetivo) no obstante, la pretendida pureza del conocer no puede hallarse en el mundo si antes no se comprende la estructura básica que permite su actualidad. Para comprender el mundo es preciso que antes nos conozcamos a nosotros mismos con rigurosidad, más allá de esa fina capa especular (del yo) que representa nuestro vínculo con el mundo y nuestras afecciones. Husserl se dio cuenta de ello, y por eso recurrió a la psicología trascendental para renovar los aires de una filosofía que se volvía cada vez más estática y estéril, a la vez que imaginaria y superficial, ante el avance vertiginoso de saberes particulares y técnicos ciegos, o lo que es lo mismo, carentes de fundamento. Es así como la actitud de mirar nuestro psiquismo puede definirse como una reflexión, es decir, como vuelta de la mirada hacia sí misma, en la que el psiquismo se revela en una condición regresiva y autorreferente, y en donde el instrumento cognoscente mismo es el que se pone como objeto de conocimiento: el yo pensante en sus estructuras trascendentales de ser conciente. El psiquismo solo se abre o se hace patente en la reflexión, o dicho de otro modo, solo es posible un conocimiento originario en la actitud pensante y reflexiva sobre la condición de posibilidad del pensar mismo, pues con la reflexión, las cosas del mundo interno y externo se nos hacen concientes, y en tanto que conscientes, se nos aparecen como fenómenos (de conciencia). De esta suerte, ¿cómo es posible pensar al yo pensante sin una conciencia reflexiva? Y asimismo, ¿cómo puede conocerse el mundo sin una conciencia que esté constantemente referida hacia el exterior?


Hay que especificar que el pensamiento es un modo de ser posible, en simultaneidad sincrónica con las afecciones concientes del corazón y las capacidades creativas y de descarga. Cada vez que pensamos, la conciencia parece estar siempre referida a un objeto (pero el pensamiento no es la conciencia completa!). Ese objeto pertenece a un lugar. La matematización que se analiza en esta tesis, nos remite a ese lugar, pero sobre todo, al lugar que ocupa el sujeto en dicha concepción abstracta de lugar. Pues bien, el lugar donde se abren las ideas y donde se comprenden los objetos es el mundo. El lugar particular desde donde surge una comprensión espacio-temporal de esta estructura, es la conciencia Se plantea un problema de carácter fundamental: que la conciencia es en todo momento intencionada. Que la conciencia es intencional, queda de manifiesto en el hecho de que en cada caso, se dirige hacia un objeto, y en tanto que dirigida, posee múltiples condicionantes y sentidos. Martin Heidegger, en su célebre obra de 1927 (“Ser y Tiempo”) definió y redujo estas condiciones en tres categorías: la comprensión vital, el lenguaje y la vida anímica (o afecciones del espíritu en cuanto que puede sentir tristeza, alegría, serenidad, etc.). La comprensión vital o pre-comprensión ontológica, se refiere las estrcuturas básicas que nos permiten aprehender un objeto en tanto tal, es decir, nuestro modo originario de relacionarnos con las cosas de un modo comprensivo, pues, aunque carecemos originariamente de una comprensión ontológica del ser, sabemos igualmente a qué nos referimos con ello. En cuanto al lenguaje, parece ser esta la vía más expedita para analizar y matematizar los temas fundamentales de la filosofía, en cuanto a su posibilidad de estructurar el conocimiento científico en su totalidad. O ¿existe ciencia que escape a estas estructuras trascendentales de la existencia? ¿es posible una matematización del mundo sin un lenguaje y una comprensión del ser a la base? y ¿hasta qué punto puede el ser humano, en tanto que yo conciente, desentrañar un conocimiento puro de la realidad, desafectándose de sus sentimiento e intenciones para con la verdad que enuncia?

Al plantearme la introducción de la matematización de la realidad como un fenómeno de conciencia, se me planteo la difícil pregunta de saber en qué consiste la conciencia en tanto tal. Parece que no hay objeto que la defina, pues su concepto es vacío en la medida que es aquello que nos relaciona o vincula en todo momento con el ser y con toda matematización posible. Es evidente que no todo acto de conciencia es igual, por lo que se debe acudir a la psicología fenomenológica para comprende en su ejecución sistemática la exploración total de las correlaciones del ser y la conciencia. La fundamentación absoluta y universal de la ciencia, en cuanto posibilidad de matematización del ser en distintas regiones o especialidades, supera el limitado campo del racionalismo mediante la investigación de esencias referidas unitariamente a la subjetividad trascendental, al yo, a la conciencia y a la objetividad consciente. Para finalizar esta introducción, me queda nada más que hacer la invitación a la lectura y el pensamiento de esta tesis, con el agrado y la humildad para sentar, más que un método reductivo, una actitud centrada en los verdaderos problemas, en los fenómenos en cuanto que estos son apariciones para la conciencia intencionada, y no para rígidos sistemas amparados únicamente en la tradición. Sin esta actitud, que conjuga en un solo movimiento la razón y la naturaleza del conocer mismo, el filósofo está condenado al exilio, o lo que es peor, a su defunción en los terrenos baldíos de la inutilidad.




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Edmund Husserl
Artìculo de Fenomenologìa, Enciclopedia Britànica

º Fenomenología» designa un nuevo método descriptivo que hizo su aparición en la filosofía a prin- cipios de siglo y una ciencia apriórica que se desprende de él y que está destinada a suministrar el ór- gano fundamental para una filosofía rigurosamente científica y a posibilitar, en un desarrollo conse- cuente, una reforma metódica de todas las ciencias.

º La psicología moderna es la ciencia de lo «psíquico» en el nexo concreto de las realidades [real] es- pacio-temporales, o sea, de lo que en la naturaleza se encuentra, por así decirlo, con carácter de yo, con todo lo que inseparablemente le pertenece en cuanto vivir psíquico (como experimentar, pensar, sentir, querer), en cuanto facultad y hábito.

º La experiencia ofrece lo psíquico como mero estrato de ser en los hombres y los animales. La psicología es, de acuerdo con ello, una rama de la antropología o de la zoología, disciplinas más concretas. Las realidades [real] animales son ante todo, conforme a un estrato básico, realidades [real] físicas.

º La actitud de la mirada experimentadora sobre nuestro psiquismo se lleva a cabo necesariamente como una reflexión, como vuelta de la mirada dirigida antes a otra parte.

º El vivir psíquico mismo sólo se hace patente en la reflexión. A través de ella aprehendemos, en vez de las cosas [Sachen] puras y simples, en vez de los valores, los fines, los útiles puros y simples, las vivencias subjetivas corres- pondientes en las cuales llegan a ser para nosotros «conscientes», en las cuales, en un sentido amplí- simo, se nos «APARECEN». De ahí que todas estas vivencias se llamen también «FENÓMENOS»;SU carac- terística esencial más general es ser como «conciencia-de», «aparición-de» —DE las respectivas co- sas, pensamientos (juicios, razones, consecuencias), de los planes, decisiones, esperanzas, etc.

º La expresión derivada terminológicamente de la es- colástica para este carácter fundamental del ser como conciencia, como aparición de algo, es INTENCIONALIDAD. En el irreflexivo tener conscientes cualesquiera objetos, estamos «dirigidos» a éstos,

º Las dificultades atañen ya a la producción de una experiencia de sí mismo realmente pura y, con ello, de un dato real y puramente psíquico. Se requiere un método particular de acceso al campo puramente fenomenológica Este
MÉTODO DE LA«REDUCCIÓN FENOMENOLÓGICA»

º Toda dificultad se debe a fin de cuentas al modo como está ya por todas partes entrelazada la experiencia de sí mismo de los psicólogos con la experiencia externa, la de lo real [real] extrapsíquico. Lo «externo» experimentado no pertenece a la interioridad intencional, aunque la experiencia misma sí forma parte de ella como experiencia DE LO externo.

º en la ejecución de la reflexión fenomenológica, debe inhibir toda simultánea ejecución de las posi- ciones objetivas [ob] puestas en acción en la conciencia irreflexiva, e impedir con ello que penetre en sus juicios el mundo que para él «existe» directamente.

º Es en efecto imposible describir una vivencia intencional, aun cuando ésta sea ilusoria, un juzgar inválido o algo similar, sin describir a la vez lo que en ella es conscienteCOMO tal. La epojé universal respecto del mundo que llega a ser consciente (su «PUESTA ENTRE PARÉNTESIS») desconecta del campo fenomenológico el mundo que para el sujeto en cuestión pura y simplemente existe, pero en su lugar se presenta el mundo así y asáCONSCIENTE (percibido, recordado, juzgado, pensado, valorado, etc.) «COMO TAL», el «MUNDO ENTRE PARÉNTESIS»; o, lo que es lo mismo, en lugar del mundo o en lugar de algo mundano singular puro y simple, se presenta el respectivo sentido de conciencia en sus diferentes modos (sentido de la percep-
ción, sentido del recuerdo, etc.

º retroceso desde las unidades puestas en la actitud natural hasta los múltiples modos de conciencia en los que aparecen, también hay que adscribir a lo psíquico puro di- chas unidades, en cuanto inseparables de estas multiplicidades —pero en cuanto «puestas entre pa- réntesis»—, y luego, en cada caso, con los caracteres de aparición, con los que se ofrecen. El método de la reducción fenomenológica (a los «fenómenos» puros, lo puramente psíquico) consiste, de acuerdo con esto, 1) en la™poc» metódica y rigurosamente consecuente respecto de toda posición objetiva [ob] que se presenta en la esfera anímica, tanto en el fenómeno singular como en la entera consistencia anímica en general; 2) en la aprehensión y descripción, metódicamente practicadas, de las múltiples «apariciones» como apariciones de sus unidades objetivas y de las unidades como uni- dades de los componentes de sentido que en cada caso surgen en las apariciones. Se anuncia con ello una doble dirección de las descripciones fenomenologías: la dirección «NOÉTICA» y la dirección «NOEMÁTICA». —La experiencia fenomenológica en la forma metódica de la reducción fenomenológi- ca es la única «EXPERIENCIA INTERNA»GE NUIN A en el sentido de cualquier ciencia psicológica bien fun- dada.


º A cada alma pertenece no sólo la unidad de su múltipleVIDA INTENCIONAL, con todas las unidades de sentido inseparables de ella en cuanto vida «objetivamente» [ob] dirigida. Es inseparable de esta vida elSUJETO-YO vivido en ella como el «POLO YO» idéntico que centraliza todas las intencionalidades particulares, y como portador de las habitualidades que adquiere durante esta vida.

º La psicología fenomenológicamente pura es el fundamento incondicionalmente necesario para la edificación de una psicología empírica «exacta» que, conforme al modelo de la ciencia natural pu- ramente física, ha sido buscada desde los comienzos de ésta en la época moderna. El sentido de la exactitud de esta ciencia natural como principio, radica en que está fundada en el sistema apriórico de formas, desplegado en disciplinas particulares (geometría pura, teoría pura del tiempo, cine- mática, etc.), de una naturaleza lógicamente posible en general.

º La edificación sistemática de una psicología fenomenológicamente pura requiere:

1. La descripción de las peculiaridades pertenecientes a la esencia de una vivencia intencional en general, de las cuales también forma parte la ley universalísima de la síntesis: toda conexión de conciencia con conciencia da por resultado una conciencia.

2. La exploración de las configuraciones singulares de vivencias intencionales, que por necesi- dad esencial tienen que presentarse o pueden presentarse en un alma en general; a una con ello, la exploración de la tipología esencial de las síntesis correspondientes: las síntesis continuas y discre- tas, las síntesis finalmente cerradas o las que prosiguen en infinitud abierta.

3. La exposición y descripción esencial de la configuración total de una vida anímica en gene-
ral, es decir, el carácter esencial de una «corriente de conciencia» universal.

4. El título «yo» (todavía haciendo abstracción del sentido social de esta palabra) señala una nueva dirección de la investigación con respecto a las formas esenciales de la «habitualidad» que le corresponden, es decir, el yo como sujeto de «convicciones» permanentes (convicciones sobre el ser, convicciones sobre el valor, decisiones de la voluntad, etc.), como sujeto personal de costumbre, de un saber adquirido, de rasgos de carácter.



http://www.scribd.com/doc/7177836/Husserl-El-Articulo-Fenomenologia-de-La-Enciclopedia-Britanica



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Manuel Salfate


"Krisis de las ciencias"

º Esta es una crisis que, sí, tiene en su núcleo a las ciencias, pero que no las afecta a ellas simplemente, sino que es una crisis que atraviesa toda la cultura

º “La razón es el tema explícito de las disciplinas del conocimiento (esto es, del conocimiento verdadero y genuino, racional), de la valoración verdadera y genuina (los valores genuinos como valores de la razón), de la acción ética (la acción verdaderamente buena, la acción fundada en la razón práctica); la razón procura aquí un título a las ideas e ideales ‘absolutamente’, ‘eternamente’, ‘supratemporalmente’, ‘incondicionalmente’ válidos. Si el hombre se convierte en un problema ‘metafísico’, en un problema específicamente filosófico, es puesto en cuestión en cuanto ser racional, y si se trata de su historia, lo que está en juego es el ‘sentido’, la razón en la historia. El problema de Dios entraña manifiestamente el problema de la razón ‘absoluta’ como fuente teleológica de toda razón en el mundo, del ‘sentido’ del mundo. El problema de la inmortalidad del alma es también, naturalmente, un problema de la razón, como no lo es menos el problema de la libertad.”

º la razón humana, Dios, la inmortalidad del alma son esencialmente no constatables por los medios requeridos para caber dentro del conocimiento de las ciencias. Desde luego no se presentan como hechos del mundo material. Lo hacen, digamos, como ideas.

º La ciencia, en tanto ha dejado caer estas cuestiones y problemas, decapita el saber. Sin metafísica la filosofía, entendida como el conjunto de todo el conocimiento racional, queda acéfala.

º Husserl sitúa en el Renacimiento el origen de la cientificidad europea moderna. En este origen se puso la mirada en la Grecia clásica como modelo cultural de sociedad a imitar. Allí el impulso de las ciencias no venía dado por la prosperidad de los resultados manifiestos, como, diremos, sucede modernamente, sino por la posibilidad de dejar en manos de la ciencia toda, de la Filosofía la bienaventuranza de la humanidad que libremente decide caminar de la mano de la razón hacia la determinación de esta libertad y el mejoramiento de su autocomprensión histórica. La ciencia, o, lo que es lo mismo aquí, la Filosofía, como vemos, asume un papel rector en el devenir de esta cultura antigua.

º En el Renacimiento la apuesta es por que la ciencia sea capaz de amarrar todos los asuntos de la humanidad en, más que un conglomerado, una unidad simple que tenga como factor común la razón. Es ella la que concentra el interés general de esta nueva cultura; es ella la llamada a superar las ataduras del mito y dar un golpe de timón concientemente hacia la comprensión plena de lo humano.

º La razón que se ha librado de “las ataduras del mito y de la tradición” , deberá ser capaz de “remodelar también el entorno humano global, la existencia política, social de la humanidad.

º Una diferencia que debemos mencionar entre el proyecto helénico original y el proyecto renacentista del que hablamos acá (no menos original, pero posterior en el tiempo) es que el segundo, además de la unidad que pretende para los distintos ámbitos del saber, determina también la posibilidad de la producción infinita de conocimientos en los mismos. Por mucho que las verdades más remotas del universo, tanto las lejanas en el tiempo y en el espacio como las celadas en los vericuetos del arcano, intenten escapar, no lograrán más que esconderse por un rato, que puede ser siglos, pero que en tanto las posibilidades del nuevo método son infinitas poco importa.

º Husserl menciona a Descartes como “una acentuación audaz y aún exagerada” de la pretensión filosófica de “abarcar, de forma rigurosamente científica y en la unidad de un sistema teórico, absolutamente todas las cuestiones significativas mediante un método apodícticamente evidente y en un progreso infinito, pero racionalmente ordenado” . Si bien ésta no es exactamente la misma idea del sistema del conocimiento de la antigua Grecia, es en la fundamental unidad del mismo donde encontramos la similitud esencial.

º La filosofía cartesiana –o hacer filosofía cartesianamente- es algo personal, producto de la disposición voluntaria del individuo que somete a una severa crítica a todo el conocimiento del que dispone para refundarlo con certeza apodíctica y acrecentarlo con la vehemencia propia de esta nueva forma segura y responsable de proceder.

º . La segunda es la que pone al descubierto una forma de subjetividad filosóficamente novedosa: el yo pensante de las puras cogitationes. La duda radical del método cartesiano de las Meditaciones permite poner en entredicho el mundo mismo. Este movimiento del pensamiento que Husserl determinará como “un regreso hacia el yo filosofante”, curiosamente, cuando ya se ha ganado a sí mismo como evidencia de grado sumo, busca los medios para ganar de vuelta la existencia del mundo. Esto lo logra mediante “el conocido modo consistente en inferir ante todo la existencia y la veracitas de Dios.”

º La orientación subjetiva de las Meditaciones no es un camino hacia el escepticismo, sino que, muy por el contrario, a la ciencia absolutamente fundada en la verdad apodíctica de la existencia del sujeto pensante. Esta ciega esperanza en el seno de la reducción cartesiana al pensar puro está alimentada por ciertos principios “inmanentes”, “innatos en él.”

º Después de la renovación de la idea de la Filosofía en Descartes viene una época alimentada por la posibilidad de una Filosofía universal acrecentable hasta el infinito...A poco andar, empero, se produce “la pérdida del impulso vivificante de la fe” en esta “filosofía universal”; se pierde asimismo la fe en el “alcance del nuevo método”

º la filosofía se siente llamada, por una parte, a explicar su fracaso (o el fracaso de la aplicación del nuevo método a sus asuntos), mientras que, por otra, decide proceder haciendo caso omiso del mismo.

º Perder la fe en la metafísica es perder la fe en la razón, y perder la fe en la razón es perder la fe en la ciencia. La pérdida de esa fe también determina la “pérdida por parte del hombre de la fe en sí mismo”.

º Al hombre que forma parte de esta humanidad que ha vislumbrado la posibilidad de forjar su libertad y tomarla en sus adultas manos, no le basta ya con la obvia y casi vacía constatación del ‘yo soy’... En él resonará siempre la melodía del ‘yo quiero’, del ‘yo debo’, del ‘yo comprendo’: ‘yo existo’

º A partir de estas consideraciones relativas a la lucha por el sentido de la humanidad en el seno de la filosofía es que toma fuerza la necesidad de

“investigaciones retroactivas de tipo histórico y crítico para alcanzar, antes de toda posible decisión, una autocomprensión radical; una investigación retroactiva de lo que originariamente y en todo tiempo se ha querido como filosofía y ha seguido queriéndose a través de todos los filósofos y filosofías que históricamente han estado en interrelación e intercomunicación continuas” .

Es éste el origen de la necesidad de una revisión de lo que se llamará la Matematización galileana de la naturaleza.

º el concepto de geometría, entendido como la ciencia de las formas espaciales ideales y sus relaciones, no da abasto para lo que se describe acá. Debemos considerarla como la matemática pura de la forma espacio-temporal. Parece ser que el espacio considerado aisladamente ha dado pie a una ciencia mucho más extensa que el tiempo aisladamente.

º En el mundo circundante de la intuición experimentamos, al dirigir la mirada sobre las meras formas espaciotemporales, ‘cuerpos’” . Cuerpo no solo quiere decir ‘aquello que ocupa un lugar en el espacio’. A lo mentado en la noción de cuerpo le vienen añadidas una multiplicidad de determinaciones que éste acarrea con su peculiar forma de espacialidad.

º Ciertamente puedo dibujar el teorema de Pitágoras con un lápiz que escribe azul, pero no se debe confundir el dibujo de algo con ese algo.

º Aquello de que se hace cargo la geometría pura debe encontrarse necesariamente originado fuera del concierto de lo intuible sensiblemente. El espacio puro y las determinaciones que en él se hacen posibles deben ser a priori. Solo así se hace posible la peculiar forma de determinabilidad de lo dado en el espacio puro, aquella que determina absoluta y necesariamente sus objetualidades y las relaciones entre estas objetualidades.

º “Nos resulta posible comprender ya cómo en el libre avanzar hacia los horizontes de este perfeccionamiento concebible en ‘una y otra vez’, en un ‘siempre de nuevo’ , dibujan su presencia por doquier formas-límite hacia las que apunta, como hacia polos invariantes y nunca alcanzados, la correspondiente serie de perfeccionamientos.”

º Husserl introduce para todo el conjunto de determinaciones no espaciales de los cuerpos el concepto de plétora. Respectos pletóricos serán, por ejemplo: colores, aromas, texturas, y en general todas las otras determinaciones sensibles de los cuerpos; aunque debemos mencionar que también se incluyen entre ellos ciertas otras determinaciones como magnetismo o radioactividad que, si bien no son captables mediante los sentidos humanos, constituyen determinaciones propias de los cuerpos, corresponden a cómo son estos en sí.

º La forma límite no solo no la encontramos en el mundo, sino que ni siquiera la buscamos en el mundo; debemos, mediante una actitud de perfeccionamiento permanentemente posible, declararla como inexistente.

º no podemos dejar de pensar en que puedan haber cosas más calientes: digamos, el Sol. Pero existiendo tantas estrellas, una más caliente que el Sol es posible. Hemos llegado a la cosa existente más caliente posible.

º Otras determinaciones pletóricas ofrecerán un resultado distinto al ejercicio de buscar su caso límite. Para ellas simplemente no se puede pensar en un grado límite insuperable. Pongamos por caso el calor. Debemos considerar el calor no como la agitación de partículas medible en cualquiera de las diversas escalas que disponemos, sino como la sensación de calor. Un día de verano salimos de paseo. Nos sentamos a descansar sobre una piedra que está al sol. El calor insoportable de la misma nos pone de pie de un salto. Decidimos buscar alguna que esté a la sombra de un árbol y nos sentamos. Ésta está a una temperatura agradable y podemos descansar. Pensamos, ahora cómodos, cuán caliente estaba la primera piedra; luego, cuán caliente podría llegar a estar una piedra. Pensamos en el magma al rojo vivo. Pero no podemos dejar de pensar en que puedan haber cosas más calientes: digamos, el Sol. Pero existiendo tantas estrellas, una más caliente que el Sol es posible. Hemos llegado a la cosa existente más caliente posible. Empezamos entonces a hacer ahora otro ejercicio: imaginamos un calor enorme, mayor al de cualquier estrella. Para ese calor no hallamos problema en imaginar una circunstancia en que se dé; digamos, una estrella que dé el calor de todas las estrellas juntas. Si esa fuente de calor fuera tal que no podamos estar suficientemente lejos para no calcinarnos, fácilmente nos sacamos del cuadro. Todos los calores posibles los podemos imaginar.

º Por amplio que pueda parecer, diremos que las formas-límite que destacan son las más simples, mediante las cuales y en asociación entre sí, se hacen posibles el resto de las formas, entre las cuales se hallarán aquellas predilectas de nuestros artistas obsesivos.

º La geometría es “un medio para la técnica, para dirigirla en la concepción y ejecución de la tarea” práctica.

º Cuando tengo una intuición sensible dispongo de determinaciones subjetivas de algo. Cuando intuyo la forma de algo

º ‘La crisis es producto de esa omisión’ o, más precisamente, ‘hemos operado irresponsablemente con una herramienta muy poderosa sin siquiera averiguar cómo exactamente funcionaba y, por lo tanto, desembocamos en una crisis.

º La ligereza del proceder galileano respecto de los orígenes de las posibilidades de sus investigaciones, más que ser propios de un descuido, son propios de una forma originaria de proceder. Si nos imaginamos a un geómetra al que se le exija concienciar cabalmente cada uno de los fundamentos de sentido de su tarea, probablemente no llegaríamos a decir nunca que es un geómetra.

º 440 Hz es para nosotros ese La que escuchamos. Esta última conciencia científica es subsidiara de la espaciotemporal.

º “Vemos aquí cómo la geometría, tomada en esa actitud ingenua de la evidencia apriórica que mantiene en movimiento toda labor geométrica normal, determina el pensamiento de Galileo y lo lleva a la idea de una física, que surge ahora por vez primera en el trabajo de su vida. Partiendo de la manera, prácticamente comprensible, como la geometría ha contribuido de antiguo en una esfera legada por la tradición a una determinación unívoca del mundo circundante sensible, Galileo se dijo: allí donde un método de este tipo ha sido conseguido, hemos superado con él asimismo la relatividad de las concepciones subjetivas esencial al mundo empírico-intuitivo. Porque de este modo obtenemos una verdad idéntica y no relativa, de la que quienquiera que sea capaz de comprender y utilizar este método puede darse por convencido.”

º Hay sin embargo una diferencia esencial entre la aplicación operativa de los conceptos puros de la geometría (las figuras geométricas) a las formas abstraídas de los cuerpos efectivos del mundo circundante, y la aplicación de conceptos puros (aún por descubrirse) del ámbito pletórico a sus correspondientes determinaciones en esos mismos cuerpos. Pero hay también algo que tienen en común el comportamiento de las formas abstractas idealizadas y las determinaciones pletóricas intuitivas.

º Ya vimos cómo es que el comportamiento de las formas en el espacio intuitivo se acomoda a las determinaciones exactas que obtenemos de las formas-límite idealizadas.

º La posibilidad de que las ideas geométricas las expliquemos con más o menos exactos dibujos es una aplicación de la geometría al mundo intuitivo de los cuerpos; no son ellos la posibilidad de la geometría misma ni tampoco, como se podría muy ingenuamente pensar, la geometría propiamente tal, los entes geométricos. Existen, por lo tanto, estas dos diferentes maneras de llevar a cabo lo que llamamos aplicación del pensamiento geométrico al mundo de los cuerpos intuitivos efectivos.


PADRE DE LA VERDAD

º Ya vimos cómo es que el comportamiento de las formas en el espacio intuitivo se acomoda a las determinaciones exactas que obtenemos de las formas-límite idealizadas.

º A eso le llamamos la aplicación de la geometría a los cuerpos espaciotemporales concretos.

º Hay ideas que incluso comprometen esencialmente una prohibición de su representación imagética, como la de ‘Alá’

º El dibujo o cualquier representación visual del círculo mucho ayudarían a su intelección; y la indicación de esas imágenes –o directamente de los objetos intuitivos que ellas representan- es probablemente parte esencial de, por una parte, el aprendizaje operativo de las ideas en la biografía de cada persona y, por otra, de la posibilidad de la ideación en general –es decir, en este contexto, de la ideación geometrizante como posibilidad histórica.

º Los cuerpos naturales se nos presentan como mudables. Tan permanente y radicalmente cambian que si ponemos solo en eso la vista llegamos a decir que el conocimiento del mundo es algo imposible. Pero rápidamente nos damos cuenta de que las cosas cambian cada una, pero en un contexto de cambio generalizado y donde cada cambio particular se da en relación con los cambios de su vecindad que, amplificada hasta el final, no es sino la vecindad de la totalidad de los entes naturales. Todos estos cambios intercoordinados muestran a la vez cierta regularidad. No necesitamos un mayor grado de detalle en el conocimiento de esa regularidad para atribuir al mundo un “estilo global empírico”

º Las cosas sin sustento se precipitan al suelo. Pero si soltamos algo que se eleva, como un globo lleno de helio, no nos lanzamos desesperadamente a la tarea de fijar al piso nuestras cosas y a nosotros mismos para no salir volando a la deriva por el cielo. Lo que hacemos es investigar las razones por las cuales en ese caso particular sucedió lo contrario a nuestras predicciones. Será que era un globo rojo; será que se lo infló un día feriado; será que se lo infló con un gas que se eleva… ¡Helio! Descubrimos que regularmente los globos inflados con helio se elevan. Esto no significa que tengamos que tener un conocimiento científico del helio, de la atmósfera, etc.; sino simplemente el de que para el caso de los globos llenos este gas, si los soltamos, suben. Por supuesto que en estos casos límite es donde se despierta con mayor vehemencia la curiosidad por conocer más allá de lo evidente y habitual.

º Lo que hemos ganado con esa matematización de la forma espaciotemporal no es otra cosa que el margen de objetividad de sus determinaciones exigido por la idea de que mundo hay solo uno y para todos el mismo (aunque no igual en su donación intuitiva: un mundo para muchas experiencias [de él])

º la cotidiana indisolubilidad de forma y plétora que ofrece el mundo de la intuición motiva también a su manera la necesidad de lograr para la plétora una objetivación en la misma dirección que para la forma, i.e. una matematización. Sumado a esto el excelente rendimiento, técnico y teórico, de la matematización formal, sería algo difícil de entender que no se tomara ese mismo camino para este otro grupo de determinaciones que se dan en la experiencia intuitiva necesariamente concomitantes con las formales.

º conjunto de las cualidades sensibles no formales: plètora

º Las determinaciones pletórica de los cuerpos pueden sernos imperceptibles y seguir siendo posibles. Pongo por caso ejemplar el magnetismo. Las aves que recorren largas distancias en sus migraciones –más de 20 mil kilómetros de hemisferio a hemisferio- se orientan por ciertas afecciones visuales causadas por el magnetismo terrestre. Nosotros, en cambio, si bien afirmamos que ese magnetismo es una determinación pletórica ‘posible’ de intuir por nosotros, no somos capaces de captarlo sino haciendo ciertas experiencias que lo demuestren de segunda mano, como, por ejemplo, usando una brújula.

º Tomamos un cuerpo y determinamos su forma; lo tomamos de nuevo –ahora con la forma disponible para nosotros aisladamente-, y aislamos de ese cuerpo, determinado ya formalmente, todas las otras determinaciones sensibles (las que encontremos). Esta totalidad será el resultado concreto de la operación, lo abstraído en el movimiento. A este movimiento le llama Husserl “contraabstracción” . (Como regreso de la abstracción a la experiencia sensible de la plétora)

Ya empieza a dibujarse por qué se hace necesaria una matematización indirecta.


º . “Existe una causalidad universal concreta.” Si echamos un vistazo al mundo con prístina ingenuidad, vemos en el discurrir de los hechos cierta unidimensionalidad.

º Lo que logra el novedoso pensamiento de Galileo va en otra dirección que la de fijar una causalidad exacta para la plétora. Más bien lo que hace Galileo es suponer que los cambios de la plétora son ellos mismos cambios formales.

º La plétora, entendida como cualidad sensible de la intuición empírica, queda en cierta medida amarrada a la finitud propia de esa su forma de donación. ¿Cómo se logra desembarazar de esa determinabilidad vaga, imperfecta, subjetiva para pasar a formar parte, en cada una de sus configuraciones, conocidas e ignotas, del material para la construcción de un conocimiento científico de la naturaleza?
“En cada aplicación a la naturaleza intuitivamente dada la matemática pura debe abandonar su abstracción de la plétora intuitiva, en tanto que deja intacto lo idealizado de las formas (de las formas espaciales, de la duración de los movimientos, de las deformaciones). Pero con ello se consuma en cierto sentido una coidelaización de las correspondientes plétoras sensibles. La infinitud extensiva e intensiva que se veía cimentada con la idealización de los fenómenos sensibles y que sobrepasa todas las posibilidades de una intuición empírica –el desmembramiento y la divisibilidad in infinitum y así cuanto pertenece al continuum matemático-, significa una cimentación de infinitudes para las cualidades de plétora que están eo ipso co-cimentadas. El entero mundo concreto de los cuerpos pasa, pues, a estar cargado de infinitudes no solo en cuanto a la forma, sino también en cuanto a las plétoras.”

º Cuando miramos la física galileana esa infinitud aparece como la “causalidad universal exacta” .

º la actual ciencia de la naturaleza, con su confirmación larga de siglos, es una confirmación de un género asimismo singular: porque la hipótesis es, a pesar de la confirmación, y sigue siendo, y siempre será, una hipótesis; la confirmación (la única concebible para ella) es un curso infinito de confirmaciones. La esencia propia de la ciencia de la naturaleza, su modo de ser a priori, es ser hipótesis hasta el infinito y confirmación hasta el infinito.”

º la verdadera naturaleza está en el infinito no precisamente como una recta pura; en cuanto ‘polo’ infinitamente alejado es también una infinitud de teorías y solo resulta pensable, en consecuencia, como confirmación referida a un proceso histórico infinito de aproximación.”

º La dimensión pletórica, en cambio, se nos escapa permanentemente, como se nos escapaba la forma-límite en las aplicaciones práctico-técnicas que la pusieron en el horizonte de inteligibilidad de quienes se ocupaban de las tareas concretas correspondientes.

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