martes, 14 de junio de 2011

Demanda de Almor 3

"¿Cómo puedo amar a otros si no me amo a mí mismo? Cómo puedo realmente aceptar a otros si me siento atrapado en un cuerpo que no me gusta? ¿Cómo puedo verdaderamente respetar a otros si creo que no soy digno, que no soy suficiente? Cómo puedo confiar en otros si me miento a mí mismo y al mundo? Cómo puedo desarrollar relaciones sanas si constantemente me estoy maltratando?"

¿Cómo amarnos si no sabemos cómo somos? ¿Cómo confiar en nuestras acciones si no sabemos cuáles son nuestras inclinaciones profundas? ¿Cómo podemos mostrarnos con claridad a los demás, creando y conservando relaciones fidedignas, si no somos honestos con nosotros mismos?

Tenemos que tener una mirada objetiva hacia nosotros mismos, y atravesar el falso amor que nos tenemos y el autoengaño, y por otra parte, tenemos que tener una mirada subjetiva hacia los otros, atravesando el si mismo y el estar a la defensiva cuando los examinamos.

Tenemos que separar la demanda de placer y la demanda de comprensión de la demanda de amor. El placer tiene una función económica sobre el cuerpo, e indirectamente, sobre la mente -distendiendo los nudos significantes que la pre-ocupan. la función del placer es descargar las tensiones físicas del cuerpo, e indirectamente, las de la mente. A mayor tensión, mayor posibilidad de descarga, y en consecuancia, mayor placer.

La demanda de comprensión tiene una función existencial: abrir el mundo de los significantes a los significados sobre los que se refieren. La demanda de comprensión operacionaliza la identidad en torno a un sentido simbólico. El sentido simbólico se anuda al placer por el amor espontáneo e irreflexivo que sentimos hacia la vida.

La demanda de amor es el nudo que conecta el placer de los cuerpos al mundo significante. De ello se deriva un significado, y de los significados un sentido profundo. El amor es el sentimiento original que conecta la vida un sentido. Hay distintas formas de demandar almor, pero la principal, demanda protección y atención.

La paradoja del almor es su situación fronteriza que ocupa respecto del placer y las formas signifantes donde se aloja el ego. Mientras más se le demanda y se le piden favores se comporta con mayor mezquindad. El almor necesita sacrificios y ofrendas a los otros pero sin exigencias. El almor necesita que se lo cultive y protega con paciencia. Solo entonces, el almor puede cultivarnos y protegernos a nosotros a través de los demás. La única condición de gozar de un amor profundo hacia nosotros mismos, es la profesión de un amor activo, reflexivo e incondicional hacia los demás. De lo único de lo que no podemos arrepentirnos es del amor subyacente al goce. De lo que sí nos tenemos que arrepentir es de las determinaciones siniestras e inconscientes (de dependencia infantil) que nos mueven a un goce precario e insistente.

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