viernes, 9 de julio de 2010

Consumo de drogas


El psicólogo Paulo Egenau(www.fundacionparentesis.cl) sostiene que los agentes Criminalísticos no debieran hacerse cargo de las adicciones, y que según estudios de la CONADE, el consumo de marihuana, alcohol y tabaco (...) se estabilizó y tiende a su disminución.

Las instituciones (familiares, escolares, policiales, legislativas, ejecutivas) son intolerantes frente a las "drogas"... sin indicación médica, claro. Osea, por derecho y cohecho, el Estado (las autoridades políticas) reprimen el consumo y su comercializaciòn, pero paradójicamente, se sienten culpables y con la santa responsabilidad de "rehabilitar". Lucrativo negocio para farmacias, laboratorios y autoridades políticas coludidas.

El consumo, desde la perspectiva "conservadora" del regimen burgues, es una respuesta a estados de vulnerabilidad; una conducta incluso, asociada estrechamente a la marginalidad delictual. A ese estado "se lleva" a los sujetos marginados por el discurso de chaqueta y corbata. Un volado, sabiendo que no ha hecho nada malo para merecer un castigo y la marginación de sus congéneres, es decir, sabiendo que no es un delincuente, se autorrecrimina y se convence de todas formas sobre su indignidad frente a los otros, tapandose los ojos, tratando de perderse en la masa anónima; y quizá, ya que llega a ese estado, y por qué no, delinquir. Ahí es donde aparece la vulnerabilidad del sujeto burgués: ante la intolerancia de la "institucionalidad" que lo condena, pues la burguesía capitalista, entre otras cosas, margina, reduce y reprime. Y lo hace al amparo de las leyes, tratando al drogadicto bajo el concepto de "asociacion ilicita". Por si fuera poco, lo trata como si fuese un enfermo. En realidad, es el sistema represor quien lo enferma. Ofrece (fuerza) de ese modo el sistema represor el suministro de drogas para el enfermo, insertandolo en la normalidad asesina de los hospitales y la abulia mecanicista de las farmacias, bajo la forma placentera y seductora del consumismo, en una cercanía desaforada con el abismo... las "drogas", se transforman de ese modo en un vehìculo liberador: fàcil (difícil en términos de su ilegalidad) e inmediato (se pasa por alto el valor de los ejercicios posibles que se pueden practicar antes, durante y después del consumo de una forma liberadora).

El consumo, en efecto, es un derecho legítimo de las personas libres. No hay razón para impedir que un sujeto libre se "inflinja daño" con "drogas", como tampoco las hay para impedir que un obeso se coma una hamburguesa; o quizá esto último sí habría que impedirlo. El consumo no es un asunto delictual: es personal, lo mismo que comerse una hamburguesa. Al drogadicto no se le permite fumar; al obeso se le permite comer a destajo (para beneficio de Mcdonalds y Burger King) cuantas haburguesas le apetezcan, a vista y presencia del vulgo. Algo similar, ocurre con el empresario que explota, humilla y destruye el medioambiente, pero con la salvedad que a este ultimo, se le permite esconder su juego sucio bajo una publicidad engañosa.

La represión de conductas liberadoras es el mecanismo efectivo de "auspiciosos" carteles. Es la forma con que un sistema represor logra la unidad, persuadiendo a sus feligreces de que el confort es el fin que justifica la barbarie. Alguna utilidad mercantil debe fomentar sus mentalidades cerradas y represoras. Quizás son sus propios miedos a una liberación genuina, a algo que para ellos suena a anarquía. El sistema capitalista bien parece ser que no funciona con gente libre y crítica, dispuesta a sacrificar una hora de trabajo en beneficio de otra cosa. Ese podría ser el único argumento racional de las blancas palomas para reprimir el consumo y legalizar el suministro de drogas realmente nocivas. Se santiguan las blancas palomas contando chistes y demonizando a los marihuaneros. Qué han hecho ellos por el bien común? Miren sino la vida miserable (individualista e inconsciente) que llevan y nos ofrecen, o que más bien, nos imponen, bajo un estereotipado concepto de "nicho" y libertad comercial. La compulsion y la rebeldía son las reacciones obvias y necesarias para acabar con el desarraigo espiritual del sistema mercantil. LA marihuana, si no se abusa de ella (porque ese parece ser el patrón al que nos conduce el sistema mercantil), puede ser una herramienta de liberación espiritual y no un eslabón unido a la delincuencia y a la perdición moral....

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