jueves, 1 de julio de 2010

Eros

Su enigma nadie lo descifra. Es oscuro; no se deja ver. No se reduce a fórmulas, aunque no faltan las recetas para sellar las heridas y hermosear la conducta, recetas que apelan incansablemente a su influencia, veneración que se extiende como la más oscura y la más atrayente.

Las fórmulas y las recetas pueden fallar; Eros jamás. Ni siquiera la razón es capaz de oponerle justa resistencia para conservar el pundonor y la compostura de ciertos valores. El erotismo toma el cuerpo y lo posee. Dicha posesión del cuerpo por el espíritu erótico, se produce desplazadamente, hacia diversos objetos y nunca hacia una meta definida. El erotismo no tiene meta (por eso es inasible); sin embargo, el cuerpo sí tiene una función manifiesta, y una muy específica: la descarga; de modo que, si el erotismo tiende a cargar y anudar la tensión (esa vendría a ser su única función, desplazar el deseo), el cuerpo realiza el movimiento inverso. La vestidura erótica (in-vestida en el cuerpo) acumula la fuerza sexual de descarga. El velo (la investidura), que cubre el cuerpo y desplaza la mirada hacia una fuerza extrínseca del mismo, se desata en la penetración, en el contacto de las porosidades y el éxtasis genital. El sexo, en ese sentido, al tener una meta definida y unívoca, no es propiamente erótico (aunque no carece de sus atributos). El sexo tiene algo erótico que le es advenedizo (la luz tenue, una fragancia humoral). No es erótico en su esencia final (de descarga) pero sí lo es en su origen, pues para que haya descarga, debe existir necesariamente un agente que la incite. La carga sexual se realiza únicamente por el erotismo. El erotismo, señala y motiva los caminos y los desplazamientos a la descarga escondiendo su identidad en lo extrínseco de sus variables.

Una de sus grandes cualidades, cuenta una musa del Helicón, es su gallardía en la conquista, su altanería incorruptible. Eros no se humilla, y en consecuencia, el que se erotiza tampoco (a menos que, la inconformidad mude en resentimiento y minusvalía ante los poderes de un otro. En ese caso, Eros desaparece). Una persona erótica, no se ciñe al código de la verguenza, la incertidumbre y la angustia. Eros provoca que las miradas lo busquen en lo profundo, muy adentro, hasta llegar a la cavidad carnosa y a los fluidos hormonales. Ahí desaparece, con su tarea hecha, para quedar sin nombre, sin rostro, sin voz.




II

La prima hermana de Eros es la Intriga. Y no por casualidad.

La sustancia cargada.

Eros come feliz en los verdes prados del Elqui, no necesita de mis sofismas. Por ello, dispongo de un antifaz, que para las carencias del caso, me permite averiguar su esencia (conceptual).

Un primer asunto, resulta de su negatividad y resistencia a la definición. Eros desaparece si se le nombra en demasía. Así lo sufre el obseso: como deficit de placer en la obsesión (que solo es erótico de forma advenediza), en su necesidad de clarificar cada detalle, por mínimo que sea (para en el fondo desatender la realidad sensual que lo carga y persigue). La sensualidad se carga por los registros del cuerpo. El erotismo, por una tela adhesiva, que innvita a la sensualidad prístina.

Que pasa con el inspirado?: se sumerge en sus armonías. Sin embargo, incluso el lírico necesita el hidrocarburo que fabrica o produce el obseso como residuo. Sin combustible, el Deseo sufriría anorexia (pureza virginal) afectando a su vez las funciones genéricas que le son propias: corporales, existenciales, las del capricho y el destino. El lírico posee, sin embargo, un acceso a la realidad que el obseso carece; el lirismo es la chispa que enciende el hidrocarburo. En definitiva, tanto el obseso como el lírico carecen de la dimensión holística que el sentido erótico ofrece (por el sobrecargado cálculo en un caso y el destructivo arrebato en el segundo).

Descubierta la trampa, prosigo en mi distinción. Existen 2 posiciones desde donde circula el oscuro: una, desde el que lo efectúa, y otra, desde el que lo padece (la superficie donde se inscribe el efecto, su objeto). Al primero, por ejemplo, le viene bien hechizar, y al segundo, que lo hechicen.

Eros no tiene nada que ver con la explicación, aunque a veces la acompañe; no hay matrimonio... Eros habita en la rutina del otro, pero sin rendir cuentas a un otro del otro.
Podría objetarse con justicia que el matrimonio es erótico al igual que la rutina. Lo que intento decir es que al menos, es mucho más erótico el desarrollo de algo creativo, renovador, que algo rutinario o en defensa de algún valor. Eros no comparte sus atributos con la defensa de los valores, pues estos, si bien condicionan de un modo íncito el pundonor (el honor erótico) no lo hacen mediante el recurso destructivo del debate o las guerras. la apropiación.

Tanto del conservador (obseso de la tradición) como del liberal (obseso del capricho) Eros finalmente huye. La otra vez, por ejemplo, pude videar muy bien las coordenadas de lo que las mujeres informan. Hay que estar atentos. El primer mensaje que vi, fue el siguiente: cuando no las miraba, ellas se intrigaban, me buscaban, jugaban con su pelo. Me pregunté entonces: por qué ante la falta de un rostro se obsesionan? Osea, con la almohada en la cara, igual resulta!? O resulta acaso convincente la idea de que el cuerpo es el depositario mayor de la energía erótica?

Eros desaparece cuando escribo mis verguenzas, cuando se menciona su nombre con muletillas. El olor de las musas, la carne y sus figuras de atracción, en cambio, se encuentran suspendidos en el devenir, adherido a la memoria del día y la vigilia.

La verdad no es erótica, es explicativa, moralmente edificante y advenedizamente bella. Con lo anterior, no quiero decir que las mentiras sean eróticas o que la moral carezca absolutamente de sus atributos, sino que la ocultación (con fines íntimos) cierra los predios y consecuentemente la riqueza contenida en ellos: el pundonor, el saber y la trascendencia (el ser espontáneo).

Sobre lo primero, existe una ciencia legislativa, pero más importante aún, se escribe un código de sangre (de filiaciones y lealtades). Pesa el pundonor, las maldiciones a la deslealtad.

Sobre lo segundo: el saber representa nuestra herramienta más sutil, pues con ella se escribe en codigo binario un triángulo, se dibuja con acierto el holograma, la reproducción genética de las máquinas. La máquina de luz, la máquina de frío, la máquina de velocidad, la máquina de combustión, la máquina de dolor, la máquina de resistencia, la máquina predatoria, la máquina nuclear, la máquina temporal, la máquina de neutrinos, la máquina subliminal, la máquina erótica. Sobre estas 2 últimas, solo se llega a un leve control que intentaré explicar a continuación.

El primer nivel de control se ejerce sobre la base de un alineamiento entre el honor y el saber. Alguien que sabe sabe: sabe como ganarse el pan, sobrevivir y más. Ejerce dominio sobre sus congéneres y eso resulta atractivo, independiente del tipo de dominio que el sujeto ejerza. Del honor, destila el zumo de la intimidad y la confianza. Del saber destila el ímpetu. Pero el sabor humoral resulta atractivo solo si se añade levadura: sensualidad a los ingredientes mencionados. El pastel cuaja, cálido y húmedo, y de feliz temple, cuando goza del confort que produce un valor más auténtico y poderoso que los anteriores: la autoestima.

He de agregar al fin: compostura y gallardía, valor al pundonor. La sensualidad se incrementa si "el tipo@ se maneja". Pueden ser trucos, un inocente y jugueton desliz, una mirada que muestre el diseño de la acrópolis.

Eros no es del agua, aunque le acompañe a veces. Eros no es del viento ni de la tierra pero los habita (horada y electrifica). Se adhiere a la sexualidad y emana de ella excéntricamente.

Si pudiéramos enumerar algunos de sus ingredientes estos serían: sensualidad (rasgos físicos provocadores: colores, sabores, diseños, olores, temperaturas, texturas, alcalinidad...); pundonor ( sentido común), gallardía (esfuerzo, arrojo, bizarría y buen aire), intriga ("ocultación-de un objeto" para EL deseo de otro) y una considerable tensión o carga del tipo sexual.

... las investiduras públicas se genitalizan, y lo público se hace más bien púbico. Eros, solo sobrevive a la genitalización reinventandose en el cuerpo, espirituando las figuras ...cuando el pundonor al fin se pierde... vacío y delirio orgíastico como meta y trance de la descarga... el vértigo socorre el buen talante y sostiene la contienda.

Máximas anti-eróticas:

1. Hay que creer en la virilidad de los hombres hipersensibles.

2. Hay que creer en la femeneidad de las mujeres hipercalculistas.


APENDICE

La amada inmortal de Eros es la Belleza...

Sin embargo, Eros parece inclinarse también a los favores de su tía, la Excentricidad, quien mira muchas veces con re-celo la pretensiosa superficialidad de su sobrina.

* El mejor amigo de Eros es el Buen Humor, el Chiste.

Sin embargo, el padre de Chiste es Solemnidad y exige los favores de Eros, en detrimento muchas veces de su hijo.

* La Mentira está profundamente enamorada de Eros.

Sin embargo, el padre de la Mentira, Orgullo, y su madre, Prejuicio, advierten a Eros de los peligros que su hija inviste: el terrible desdoblamiento (la Confusión) que genera sobre la Verdad (quien también le profesa un profundo amor a la prístina divinidad). Eros, los escucha con recelo, porque en más de un problema se ha visto involucrado cuando Mentira le seduce con sus caprichos, artificios y su indesmentible sensualidad.

Bien es sabido que el oscuro huye de los problemas y de la infelicidad (la inconsecuencia).

* Las trillizas: Verdad, Consecuencia y Espontaneidad, seducen a Eros. Lo seducen con sus tesoros, que protegen sagradamente con los velos de la Gratuidad. Invitan de este modo al oscuro, a compartir el tesoro resplandeciente de sus palacios con sus fieles e inocentes confidentes, el Bien y la Felicidad.

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